Category: Fake News y desinformación

La Mag. Victoria Ennis publicó en “Medical Writting” sobre Fake News

La integrante del Observatorio, Mag. María Victoria Ennis, publicó un artículo sobre las acciones del grupo “Ciencia Anti- Fake News”, el cual integra.

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El Observatorio combate la información falsa con ciencia

Nuestra compañera María Victoria Ennis colabora con Ciencia Anti Fake News, un equipo interdisciplinario de científicas y científicos de todo el país destinado a desmentir informaciones falsas basándose en la evidencia científica. En este artículo de la revista de divulgación Catálisis, de Ecuador, cuentan su experiencia.

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Hate News y la comunión de los verdugos

Por Alejandro Ippolito (Observatorio de Medios, FACSO UNICEN)

En los islotes dominados por el sinsentido que sobresalen apenas de la sustancia líquida de la  subjetividad prosperan la ignorancia y la furia. Ambas son socias frecuentes, partícipes  necesarias en los arrebatos feroces de un sector social puramente emocional, digitalizado,  adiestrado por los medios hegemónicos como el famoso perro de Pavlov. Aquel animal  respondía al sonido de la campana babeándose a la espera de alimento, la asociación era  simple: la campana sonaba, ergo, iba a comer. Con los medios de comunicación y ciertas  audiencias elementales sucede lo mismo, se presentan algunos estímulos básicos, previamente  señalados y repetidos de forma permanente, y los seres adiestrados babean y ladran. 

No media la razón en ese ejercicio, la experiencia es puramente sensorial, límbica, tensa las  cuerdas de un instrumento que toca siempre la misma nota.  

Pero incluso esa relación enfermiza de ciertas audiencias con los medios en los que confían y a  los cuales responden ciegamente, necesita de una justificación. Para odiar  desmesuradamente, para ocultar el rostro monstruoso y deformado por la furia, se necesita  maquillaje, una máscara oportuna que nos salve de la visión brutal de la propia imagen  reflejada obscenamente. Y para eso están los medios hegemónicos. Desinformar, engañar,  falsear la realidad, extorsionar y promover acciones temerarias, no son el fin sino el  antecedente. 

Para explicar esto debemos retroceder algunas décadas en el calendario para adentrarnos en  un capítulo profundamente oscuro y siniestro de nuestra historia. En una nota de Diego  Martínez, publicada en Página/12 el 27 de Julio de 2015 que lleva por título “Las sotanas del  terrorismo de Estado” se asegura que: “La dimensión religiosa del terrorismo de Estado estuvo  presente en las diversas fases y con diferentes intensidades: convenciendo de la peligrosidad  ideológica y material del ‘enemigo subversivo’, intensificando las ideas de ‘crisis moral’ y  ‘guerra justa’, excitando a las Fuerzas Armadas a la toma del poder, acompañando su accionar  represivo, avalando teológicamente los métodos clandestinos o instando a los detenidos a la  delación”. En la misma nota se señala que “El historiador Lucas Bilbao y el sociólogo Ariel Lede,  autores del primer estudio sistemático sobre el vicariato castrense a partir de los diarios del  provicario Victorio Bonamín, precisan en un informe entregado a la Procuraduría de Crímenes  contra la Humanidad que “al menos 102 sacerdotes ejercieron su trabajo pastoral en unidades  militares donde funcionaron centros clandestinos” y advierten sobre la “participación  necesaria” en delitos de lesa humanidad de quienes a sueldo del Estado sedaban las  conciencias de los torturadores y los ayudaban a obtener información de los secuestrados.” 

Citamos esta nota periodística porque creemos que hay una simétrica relación entre lo que se  refiere a estas caricias celestiales que eran proporcionadas como un exorcismo para las  atribuladas mentes de los chacales entregados a la tarea de destrozar y desaparecer personas  y la necesaria justificación que otorgan los medios hegemónicos a aquellos a los que les  encomienda la tarea de odiar al enemigo designado en cada jornada. 

Sostenemos sin temor a equivocarnos que hay una tarea permanente que consiste,  simbólicamente hablando, en mantener las brasas encendidas de una hoguera que fue iniciada hace mucho tiempo. Con un soplido al día basta, un golpe de aire que renueve la chispa de un rencor que ya ha sido instalado en ciertos sectores de la sociedad y que no necesita mayor  estímulo que alguna palabra clave, una sigla, un eslogan o apenas una letra para desatar su  furia incontenible. 

Pero también es imprescindible otorgar el perdón, la bendición mediática para calmar las  voces interiores de quienes sientan algún atisbo de remordimiento por celebrar, por ejemplo,  la muerte de un niño de 12 años por un disparo policial por la espalda. Es necesaria una tarea  evangelizadora de los operadores mediáticos sobre las audiencias para encontrar la paz  interior frente a la barbarie, los despidos masivos, el hambre, la miseria, el endeudamiento, la  cárcel injustificada, el gatillo fácil. 

“Construir al enemigo” fue una conferencia dictada por Umberto Eco en la Universidad de  Bolonia, el 15 de mayo de 2008. Allí el notable semiólogo italiano advierte que “Tener un  enemigo es importante no solo para definir nuestra identidad, sino también para  procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al  encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo”  (Eco, 2012, p. 15). 

Esto nos ayuda a entender algunas de las cuestiones fundamentales que explican la  prosperidad de las Fake News y una especie emparentada con este tipo de noticias que  denominaremos Hate News o noticias de odio. En principio comprendemos que las Fake News  son construcciones noticiosas maliciosamente falsas, desarrolladas con el interés central de  engañar a los receptores en favor de algún interés particular de quien las genera. El lector  advertirá que no toda noticia falsa es necesariamente una Fake News, ya que el vértigo por  obtener una primicia o por ser los primeros en dar a conocer una novedad puede llevar a un  medio a difundir una noticia que no tenga relación directa con los hechos, pero eso será producto de la torpeza y no de la mala intención.  

En cambio, las Hate News son noticias que pueden estar basadas en hechos reales o no pero  que se caracterizan por la utilización de adjetivaciones negativas, expresiones de rencor o  desprecio hacia algún individuo o grupo social determinado, imágenes con connotaciones  despectivas, asociaciones maliciosas y demás elementos que funcionan como la campana del  perro de Pavlov de la que hablamos al comienzo. Disparadores insultantes basados en  prejuicios establecidos como verdades, repetidos a lo largo del tiempo como para ser  reconocidos de inmediato por el público objetivo. 

Operadores de prensa alineados tras el conglomerado de medios hegemónicos utilizan las Hate News para justificar cualquier acción punitiva sobre el enemigo designado, cumplen una función similar a la de los capellanes que tranquilizaban las conciencias de los torturadores, les  otorgan el perdón por sus acciones a todos aquellos que celebren un acto despiadado, desde un escrache hasta un linchamiento, la represión brutal, el ataque a indigentes por parte de  fuerzas policiales porteñas, la destrucción de un medio de comunicación no obediente como Tiempo Argentino, por ejemplo o el despido de más de 3.000 trabajadores de prensa críticos de los regímenes neoliberales. Todo queda perdonado, todo remordimiento emergente se  suprime con la bondadosa caricia del operador que previamente nos ha enfurecido.

Las Hate News son un recurso recurrente en notas de opinión y editoriales, y también se  utilizan para condimentar títulos estridentes que carezcan de suficiente soporte de pruebas  para ser justificados. La granada se arroja desde los portales de estos medios dominantes pero  la onda expansiva llega a las redes sociales donde se replica y se multiplica en formas diversas  y continúa su tarea destructiva bajo la forma de un subgénero discursivo que son los  comentarios. Allí es donde encontramos el cénit del desprecio y la furia, batallas dialécticas de  una beligerancia llamativa en forma de diálogo exaltado. Insultos, golpes al vacío, amenazas y  todo un decálogo de frases hechas y estereotipos enrostrados sin medida. 

Y ese es el fin, lo que marca el éxito o el fracaso de una especie noticiosa arrojada contra el  vidrio de una sociedad en carne viva. Mantener viva y humeante esa brasa que divide para que  reinen los de siempre. La tarea de los verdaderos periodistas es retomar la esencia de la  profesión con un profundo compromiso con la verdad, una ética sin fisuras y respeto por los  destinatarios de cada mensaje. Debemos unificar dos conceptos de manera indisoluble, la  libertad de expresión debe fusionarse con la responsabilidad de expresión para devolverle al  periodismo su razón de ser.

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Fake news, infodemia y recomendaciones

En el contexto de pandemia el crecimiento de noticias y de información ha sido exponencial. Por diferentes canales de comunicación, en múltiples dispositivos, y a toda hora del día recibimos, de diferentes destinatarios mensajes con información: ¿Cómo hacemos para no “intoxicarnos” con tanto estímulo noticioso? ¿Cómo hacemos para detectar lo verdadero de lo falso? ¿Cómo podemos ganar conciencia en relación a estas problemáticas actuales: las fake news y la infodemia? Nuestra compañera de equipo, Mág. Victoria Ennis, realizó este video explicativo para el canal de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires: Abra TV. Lo compartimos:  

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